Sevilla la sucia

ABC de Sevilla
Por FERNANDO BARÓN ESQUIVIAS
9-7-2003 01:38:56

Si es usted sevillano posiblemente deberá pagar la Inspección Técnica de Edificios, invento que según la Ordenanza de junio del año 2000 se destina a financiar la conservación del casco histórico, como apuesta decidida por la cultura. La Ordenanza dice que preservar la ciudad es obra de todos, pero si trabaja usted en el gobierno municipal de Sevilla está de suerte: queda dispensado de cualquier conservación y de cualquier apuesta decidida por la cultura. Basta merodear un poco por esta pretendida meca del turismo para sentir honda vergüenza de lo que el Ayuntamiento muestra a los forasteros. Los accesos a la ciudad histórica parecen una gañanía. Colchones apoyados en los árboles, contenedores babeando residuos malolientes, extraños paneles tirados en el suelo por si algún viandante quiere arrancarse a taconear, cubas atiborradas de enseres caídos en acto de servicio. En cualquier esquina nos topamos con un armario, solo y vigilante como una garita. Desde la Alfalfa a la Puerta de la Carne puede recolectarse género suficiente para amueblar varias chabolas, pero lo peor es el enjambre de pestilencias orgánicas que acecha al transeúnte: orines, despojos, basuras, excrementos. De verdad, en algunos callejones entre San Esteban y Refinadores hay que aguantar la respiración, por la fetidez a inmundicias recalentadas. ¡Y estamos en la Sevilla histórica! Ni siquiera hace falta repetir la protocolaria mención a las nobles villas europeas con similar abolengo histórico; el casco antiguo de Boston, que apenas data de 1630, aparece mucho más presentable y límpido que Sevilla. De Cambridge ya ni hablamos.

La Ordenanza del ITE apela machaconamente al deber y la conciencia, que por lo visto son rasgos de los sevillanos de la gleba. Ya vemos el énfasis que ponen nuestros ediles en cumplir con sus deberes de mantenimiento, y su consciente desvelo para preservan el caserío de Sevilla. Las guías turísticas de Sevilla suelen pavonearse de nuestro linaje operístico, pero seguro que a muchos visitantes les cuesta imaginar los galanteos de Fidelio, Carmen, el Barbero y Don Juan entre tanta porquería.

En esos céntricos arrabales tienen que poner sus veladores los propietarios de bares, cafeterías y heladerías mientras el Ayuntamiento les chamusca el negocio a base de impuestos. Porque lo más gracioso de todo es que Sevilla paga un fortunón por ofrecerse al mundo hecha una pocilga, no crean. Tenemos un servicio de limpieza tan brioso que consigue aumentar la tasa de basuras y a la vez despeñarse en la ruina. ¡Socialismo en vivo y en directo! El anaranjado servicio de limpieza dispone de unos cochecitos para fregar el pavimento, tan sofisticados que al parecer sólo pueden salir a limpiar en época de elecciones. Una vez cerrada la sesión de investidura desaparecen del barrio. El servicio público que supuestamente limpia Sevilla también ostenta muchos otros adminículos; seguro que por matar el tiempo muchos pequeños comerciantes accederían a revisar algunas facturas y cotejarlas con los precios de mercado.

Es un escándalo que los gobernantes de Sevilla se atrevan a mentar el deber y la preservación cuando aventurarse por el centro de la ciudad entre emanaciones sulfurosas puede hacer que muchos turistas añoren el riesgo de la neumonía atípica. La verdad, duele reconocerlo, pero el aspecto de Sevilla es el reflejo vial del último informe de la Caixa. No le demos más vueltas, nuestra ciudad exhibe el caótico abandono que corresponde a la capital de una provincia atrasada. Lo más asombroso de todo es que la población lo soporta sin que ningún Matrix oculte la realidad, ahí están las miserias bien patentes, que desde el verano pasado se han recrudecido. Ahí está la decidida apuesta por la incultura que lleva a cabo el Muy Oneroso Ayuntamiento de Sevilla.

Fuente: ABC de Sevilla